El empresario israelí Josef Maiman afirmó hoy ser el dueño del dinero empleado en las adquisiciones inmobiliarias realizadas en el Perú por Eva Fernenbug, suegra del expresidente Alejandro Toledo, mediante la empresa Ecoteva. 

"Todas las operaciones, el origen de los fondos y transferencias, fueron transparentes. El beneficiario en toda la cadena soy yo, no había que ocultarlo", manifestó.

En otras palabras, el empresario israelí ha dicho que el dinero es suyo. Y que así lo ha probado ante la 48 Fiscalía, a la que ha entregado la documentación respectiva.

Es importante anotar que -como señala la Agencia de Noticia Andina-, “Las expresiones de Maiman coinciden con la versión dada en ese sentido por Toledo, quien negó que fuera suyo el dinero empleado la adquisición de la casa de Casuarinas y la oficina en Torre Omega, en Surco”.

Ante tal argumentación, volvemos al origen del cuestionamiento a la Comisión de Fiscalización: ¿Puede esta comisión investigar negocios de privados, hechos con dineros de privados?

En la práctica, sí puede, conforme lo viene haciendo.

Pero, desde un punto de vista jurídico, su sustentación es más endeble.

Por esta razón, es que el Congreso necesitaba meter en la investigación a Alejandro Toledo, asumiendo que los fondos con los que se compraron los inmuebles, fueron de orígen ilícito, presumiblemente de coimas realizadas durante el ejercicio de su gobierno (2001-2006).

El problema que tiene ahora la Comisión de Fiscalización es precisamente demostrar eso: que la plata con la que se compró la Oficina de la Torre Omega y la casa de Las Casurinas procede de fuente ilícita, producto de actos indebidos del gobierno Alejandro Toledo.

Ese es el meollo del asunto. Si no logra demostrar esta hipótesis, lo que tendremos será un informe político que no tendrá repercusión alguna en el Ministerio Público.

Maiman ha señalado que él es el propitario de los bienes y que él es el dueño del dinero con que dichos bienes se compraron. Esta es la prueba irrebatible, la evidencia de fondo.

También ha demostrado que no es un empresario en la bancarrota como inicialmente se hizo hacer creer. Sus negocios internacionales son en rubros importantes como Petróleo, gas, energía, telecomunicaciones, agroexportación, petroquímica y otros.

En ese sentido, aclaró que es un empresario de anchas espaldas, que maneja empresas en diversas partes del mundo con cientos de millones de dólares en activos. De manera que no resulta insólito que pueda invertir 5.5 millones de dólares en el Perú.

Después de todo lo que hemos escuchado ¿puede el Congreso meter las narices en una transacción privada, hecha con dinero de privados, por que quién realiza las transacciones es una intermediaria (Eva Fernenbug) que tiene relación con un político (Alejandro Toledo)?

“No estoy ejerciendo mi derecho a la defensa porque creo que no hay nada que defender, pero sí creo que hay preguntas en el aire que deben ser contestadas”, afirmó el empresario ante la Comisión de Fiscalización. Preguntas, no delitos.

En resumen, el empresario aseguró que los fondos con los que se adquirieron la casa de Casuarinas y la oficina en Torre Omega, en Surco, son suyos y tienen origen lícito. El tinglado montado contra Alejandro Toledo empieza a caerse. Algo, por cierto, que no hará descansar a sus operadores políticos: apristas y fujimoristas.